Lieben und Arbeiten
por: Rodolfo Sommer
Amar y trabajar, esta apabullante síntesis fue la respuesta que Sigmund Freud dió cuando se le preguntó qué pensaba él que una persona normal debiera ser capaz de hacer bien. Más acá de la profundidad y sencillez de esta frase, que no me corresponde analizar en su sentido más filosófico, quisiera referirme  al und. Esta conjunción, me gustaría pensar, es un elemento esencial de esta frase. Lo que a mí me parece indicar es que estos son dos verbos que van unidos. Que no es que en un momento uno ame y en otro uno trabaje; la conjunción ocupada es un «y» y no un «o». Lo que parece decir es que quizás a lo que debiéramos optar es a hacer las dos cosas a la vez, es decir trabajar mientras amamos y amar mientras trabajamos. Todos los que somos padres o madres de familia sabemos que amar es trabajar, los que llevamos varios años con pareja hemos constatado lo mismo, la amistad también, en fin, todo vínculo profundo requiere ser construido, elaborado y re-elaborado muchas veces para mantenerse vivo y crecer. Entonces es fácil entender que es importante trabajar en el amor. Pero y al revés. Parece que ahí somos más ciegos, parece que nos asusta incluir la palabra amor en el trabajo y nos convencemos de que negocios son negocios y lo que debe imperar es la racionalidad y el pragmatismo. Siendo importantes, a mi juicio no son únicos, e incluir el amor en la fórmula es hoy día una obligación para mantener los equilibrios.
¿Cómo se incorpora el amor al trabajo? De todas las formas que nuestra creatividad, intuición y humanidad nos permita. De entrada podría mencionar 3. Una es siendo apasionados, es creyendo firmemente en que nuestro trabajo contribuye a una causa mayor o más allá de uno mismo y que se puede aportar significativamente y hacer una diferencia. Tiene que ver con tener un sueño, un anhelo de poder ser aporte en un sentido más trascendente. Una segunda es queriendo a las personas que trabajan con uno, partiendo por el respeto y reconociéndolos como personas, con ideas, emociones, necesidades, errores y aciertos. Y tercero y quizás la más concreta es haciendo las cosas bien. Cuando uno hace las cosas con dedicación, con responsabilidad pero también con alegría, en ese momento irradia pasión e impulsa al desarrollo del proyecto y de los que participan en él. A mi parecer, y con todo el respeto que me merece el Dr. Freud, creo que hay un tercer elemento que se debe agregar a la fórmula; para mí es una trilogía, para mí la ecuación es  Lieben, Arbeiten und Spielen (amar, trabajar y jugar). Porque cuando agregas este elemento aparecen las posibilidades, las oportunidades; cuando aparece el juego en la ecuación aparece la creatividad, la posibilidad de inventar y reinventar; aparece el compartir lo cotidiano, lo simple; aparecen los colores, las risas; aparece lo sabroso, lo ingenioso; en definitiva aparece la esperanza, la alegría. Entonces ¿podemos amar, trabajar y jugar? ¿Podemos integrar estos 3 elementos vitales en todo lo que hacemos? Así como la naturaleza contiene el agua, la tierra, el aire y el fuego, las relaciones humanas requieren el amor, el trabajo y el juego.

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